Desde que Camila dos Santos Reis recuerda, su hija Lorena de 12 años siempre fue una niña dulce a quien le gusta correr en el Parque Ibirapuera en San Paulo y ver dibujos animados de Disney. Sin embargo, desde la vuelta a clases de este año, Lorena actuaba diferente – más tranquila y retraída. Era una noche de marzo cuando Camila recibió una llamada del colegio para avisarle que Lorena sería transferida de grupo porque “sus compañeros no se adaptaban a ella”.
Fue difícil para Camila entenderlo. Las dos siempre habían sido muy cercanas, era raro que Lorena no le contara algo. Cuando la madre le preguntó, ella le explicó que tenía vergüenza. Desde el inicio del ciclo escolar, Lorena – que es negra – estaba siendo víctima de bullying y racismo en la escuela.
El mismo día en el que Camila recibió la llamada, Lorena había ido a la dirección a reportar los ataques. Pero, según Camila, el colegio recién tomó medidas para identificar a los que estaban detrás de los ataques dos semanas después. Cuando los otros alumnos supieron que Lorena tuvo que nombrar a sus agresores, terminó siendo confrontada como lo relata el post del sitio Preta e Acadêmica:
Por fin, la directora preguntó si la niña desearía cambiarse de salón y Lorena, cansada, aceptó.
Cuatro días después, las cosas empeoraron. Como Camila lo relató en su perfil de Facebook, compartido por más de 74 mil personas, Lorena le envió un texto que decía “mira como sufro” seguido de una serie de mensajes de voz.
Un grupo formado por 20 niños — algunos del colegio de Lorena, otros vecinos de São Bernardo do Campo — usaron un grupo de Whatsapp para seguir agrediendo a Lorena. Camila contó en este mismo posteo:
Dado que había menores de edad involucrados, el caso se derivó al Consejo Tutelar. Dentro del colegio, no hubo castigo alguno a los agresores o siquiera intento alguno de abordar el tema con los involucrados.
En una entrevista para Global Voices, Camila reveló que eso fue lo que la indignó más.
“No es bullying y si es racismo”
Lo que sucedió con Lorena parece ser el común denominador de la infancia de algunos negros. Es la experiencia de vida de millones de niñas negras que tienen que soportar durante sus años de colegio bromas sobre su cabello y su color de piel. Todas son víctimas de racismo, no de bullying.
Para diferenciar las dos formas de prejuicios, en 2013 un grupo de 21 mujeres negras tomó la decisión de reunir sus historias en el libro “Negras (in)confidencias: Esto no es bullying. Es racismo”, en donde explican:
Una encuesta realizada por la Fundación Institucional de Encuestas Económicas (Fipe) en 2009 mostró que el prejuicio étnico-racial es el segundo más fuerte en las escuelas brasileñas, sólo superado por el prejuicio de las características físicas como la obesidad. El estudió incluyó a profesores y alumnos de 500 establecimientos educativos en todo el país. Apenas 5% de los entrevistados eran de raza negra.
En 2003, el proyecto de ley 10.639 hizo obligatoria la enseñanza de la asignatura “Historia y Cultura Afro-Brasileña”, lo que parecía anunciar un cambio en el sistema. Sin embargo, no fue así. Diez años después en un artículo de la Revista Fórum, el profesor Dennis Oliveira, miembro del Núcleo de Encuestas y Estudios Interdisciplinarios sobre el Negro Brasileño (Neinb), señaló entre otros problemas para la implementación de la ley, la resistencia de los cursos superiores de pedagogía en incluir la materia en el currículo y, consecuentemente, la falta de formación de profesores para impartirla.
Viviane de Paula, en un artículo publicado en el sitio Blogueiras Negras (Blogueras Negras), afirma que “el ambiente escolar es todavía un agente opresor para muchas identidades”, algo que tanto el estado como las comunidades educativas todavía no consiguen reconocer:
#SomosTodasLorena
Después de todo lo que sucedió en la escuela, Lorena sólo quería ver a su padre, a su madre y a su mejor amiga. “Eso le generó una inseguridad enorme, además de resistirse a ir al colegio, ella está teniendo problemas para dormir, despierta por las madrugadas, no consigue conciliar el sueño despúes, y su apetito ha disminuído mucho”, contó Camila en la entrevista a Global Voices.
Aún así, el apoyo que Camila encontró en las redes sociales desde que dió a conocer la historia de su hija hizo que internet fuese un espacio de apoyo a todo aquello ignorado fuera de la red. “Ante la fuerza que este caso tomó y la cantidad de mensajes de apoyo, ayuda y cariño que recibimos, me dí cuenta de que existen mucho más personas de bien que de mal”, comentó en su entrevista con GV.
Poco después de la publicación del caso en Facebook, un sociólogo le escribió a Camila para ofrecer hacer un entrenamiento al cuerpo docente de la escuela sobre las medidas socioeducativas que deberían ser tomadas en este tipo de situaciones, sin embargo después se echó para atrás.
Según Camila, todavía falta que pase mucho antes de que se pueda concluir el caso. La etiqueta #SomosTodasLorena comezó a circular mostrando madres y comunidades dedicadas a resaltar positivamente los cabellos crespos, como el grupo Las Ventajas de los Rizos.
Desde que su historia apareció en internet, Lolô (como se refieren cariñosamente a Lorena) se empoderó. El comienzo de un descubrimiento de que ella es linda y tiene poder.
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